Mientras el presidente de EE.UU., Donald Trump, evalúa una acción militar en Venezuela, incrementando el despliegue de fuerzas en el Caribe y enviando bombarderos B-52 frente a la costa venezolana esta semana, el mandatario de Venezuela, Nicolás Maduro, ha respondido con una postura desafiante: reposiciona tropas, moviliza a “millones” de milicianos y denuncia la actividad estadounidense en la región.
Funcionarios del Gobierno de Trump han reconocido en privado que la intensificación de la presión busca derrocar a Maduro, un objetivo que ya se había planteado durante su primer mandato, cuando la Casa Blanca reconoció a Juan Guaidó como presidente legítimo de Venezuela en 2019.
Mientras Washington aumenta la presión, Maduro intensifica su retórica interna y ordena nuevos ejercicios militares de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB).
En las últimas semanas, el Ejército estadounidense movió buques de guerra y armamento a la región y atacó embarcaciones frente a la costa venezolana que, según afirma, transportaban drogas, pero que Caracas rechaza. El miércoles, Trump admitió haber autorizado a la CIA a llevar a cabo operaciones encubiertas en Venezuela, y aseguró que Estados Unidos considera ataques en territorio venezolano.
“Ciertamente, estamos mirando hacia tierra ahora, porque tenemos el mar muy bien controlado”, declaró.
Después de que Trump anunciara que autorizó a la CIA a realizar operaciones secretas en Venezuela, llegó la respuesta de Nicolás Maduro.
“Ellos con su guerra psicológica quieren atemorizar, dividir, desmoralizar al pueblo, quieren hacerle daño a nuestro país. Aquí el pueblo está firmemente unido”, sostuvo Maduro el jueves.
Maduro criticó la política exterior de Estados Unidos hacia Venezuela, a la que calificó de “burda y grosera política intervencionista” que busca “cambiar el régimen”.
Su comentario